“Este elemento químico se usaba antes como desinfectante (la famosa mercromina) y como aditivo en cosméticos por su acción antiséptica y su capacidad blanqueadora de la piel. Por eso era frecuente en cremas ‘antiaging’ y con acción anti-manchas. Posteriormente se demostró que los derivados del mercurio, aunque fuesen en trazas podían absorberse por la piel y acumularse en los riñones y el sistema nervioso produciendo toxicidad”, señala Agustina Segurado, jefa de Dermatología del Hospital del Sureste de Madrid.
Como explica José Carlos Moreno, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), “en grandes cantidades o con el uso prolongado acaba siendo tóxico y puede producir reacciones alérgicas muy llamativas y agudas que se complican incluso con problemas cardiacos”, señala José Carlos Moreno, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
De acuerdo con la información de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC según sus siglas en inglés), “la exposición leve puede provocar náuseas, vómitos, diarreas, picores e irritación de los ojos”. Si se trata de intoxicación, “puede producir irritabilidad, problemas de memoria, de visión, de oído, temblores, hormigueo en los dedos, alrededor de la boca, en las manos y los pies…”.
• Empastes dentales: Actualmente hay una polémica sobre si los empastes dentales que contienen mercurio deben ser prohibidos, o no. Hay algunos países europeos donde ya se han prohibido. En España hay una organización de afectados por este tipo de empastes que proporciona información detallada.
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